Cuaresma es un tiempo propicio para volvernos a Dios, para crear en nuestra vida más espacios para la oración, para el encuentro con el Señor.
Es tiempo también de conversión, en el que comprendiendo que hemos ofendido a Dios con nuestros pecados, deseamos desagraviarle y pedirle su gracia para no volver a pecar.
Es tiempo, sobre todo , para dejarnos mirar por el Señor y mirarle también a Él, dejándonos llenar de su misericordia. La Cruz nos enseña el inmenso amor de Dios hacia cada uno de nosotros y… amor con amor se paga.